domingo, 9 de diciembre de 2012

Ordenación diaconal de dos catequistas de la diócesis



Hoy nuestra diócesis comparte la alegría de Sebastián Aldavero García y Jesús García Gañán, seminaristas que realiza su etapa pastoral en las parroquias de Medina de Rioseco y de Cigales, respectivamente. Esta tarde a las 17,00h serán ordenados por nuestro arzobispo D. Ricardo. 

Damos gracias al Señor por darnos la oportunidad de compartir con ellos nuestra vida de fe. 


Diácono con “D”

En el fondo nos recuerda a todos que en la comunidad cristiana estamos llamados a servir.





Comencemos con el Decálogo del diá
cono:

Dios le llama y él responde con un “aquí estoy”.
Delantal y estola son símbolos de su actitud de servicio.
Disponibilidad es su manera de estar y de vivir.
Dinamiza la vida de la comunidad desde la caridad y la Palabra.
Doctor que lleva la medicina de la escucha y el amor a los enfermos.
Don es su existencia cuando vive para los demás.
Domingo es su día favorito para practicar la comunión.
Detiene injusticias y lanza gritos a favor de los pobres.
Dedica su tiempo a niños, jóvenes y adultos para que conozcan a Jesús.


Jesús y Sebastián, pronto serán diáconos al estilo del Corazón de Cristo.

Recordemos la función de los diáconos en el libro de los Hechos de los Apóstoles:
Por aquellos días, al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana. Los Doce convocaron la asamblea de los discípulos y dijeron: «No parece bien que nosotros abandonemos la Palabra de Dios por servir a las mesas. Por tanto, hermanos, buscad de entre vosotros a siete hombres, de buena fama, llenos de Espíritu y de sabiduría, y los pondremos al frente de este cargo; mientras que nosotros nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la Palabra». Pareció bien la propuesta a toda la asamblea y escogieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu Santo, a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Pármena y a Nicolás, prosélito de Antioquía; los presentaron a los apóstoles y, habiendo hecho oración, les impusieron las manos (Hch 6,1–6).






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