jueves, 20 de noviembre de 2014

EL REY ETERNAL

Con la solemnidad de Cristo Rey del Universo concluimos un año litúrgico que seguro habrá estado repleto de un poco de todo.

Es costumbre que al final de un año hagamos balance, que demos gracias por todos los bienes recibidos, por todo lo que el Señor hace por cada uno de nosotros; igualmente para pensar: qué hacemos nosotros por Él. El Señor es un Dios trabajador, labora por nosotros y en nosotros si nos dejamos. Pero también es el fin de año un tiempo indicado para pedir perdón, si es necesario, por los momentos de ausencia de Dios, por si hemos vivido como si Él no existiera.

Pero en lo que respecta a la fiesta que celebramos cabe la posibilidad de recorrer con nuestra imaginación la cantidad de reyes y reinos temporales que hay a nuestro alrededor. O, incluso, situaciones en las que nosotros también aprovechamos para crear nuestros propios reinos y ser los reyes de los mismos. 

Nuestro mundo está lleno de reinos, de reyes; ellos en muchas ocasiones protagonizan la historia pasada y actual. Pero los reyes cambian, sin embargo hay uno sobre la faz de la tierra en el universo entero, que no envejece y encima conocerle nos rejuvenece; se trata de un Rey Eternal. Un rey que abarca todos los reinos y todos pueblos, con un amor tan grande que lo vive con Pasión.

Es un rey que huele a oveja, porque es Cordero de Dios; es un rey con corona de espinas, tu dolor es su dolor; es un rey cuyo trono es una cruz de madera, desde él ofrece la salvación; su cetro, una caña cascada, en la que se apoya tan buen pastor; su manto color púrpura anuncia su misión; al que adoramos con nuestra presencia y, también, como testigos del Señor.

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