martes, 27 de enero de 2015

SAN ENRIQUE DE OSSÓ - Felicidades catequistas - gracias por vuestra misión

San Enrique de Ossó fue un buen catequista, un catequista santo, en su misión de aconsejar y acompañar a las personas, estuvo cercano, facilitando el encuentro con Jesús y provocando la conversión. La fuerza, la palabra oportuna, el buen consejo, el discernimiento,… todo, le venía de lo Alto. El Señor lo era todo para él. Lo había aprendido muy bien de Santa Teresa: “Solo Dios basta”. Y era la máxima cota que se proponía en la vida estar con Jesús, pero en todo, en todos. A Dios le llevaba los niños y a los niños llevaba a Dios. Ese era el círculo vicioso del que bebía este sacerdote del siglo XIX.
            Algunas notas pedagógicas muy claras que hay en su vida, que las expuso en su tiempo, pero son muy válidas para nosotros hoy.
            1ª “Solo Dios basta”. En el fondo se nos está hablando de las raíces de nuestra fe: ser creyentes. Esto quiere decir: estar apegados al Señor, tener intimidad con Él, facilitar el encuentro,… y por otro lado: conocer la Verdad que para nosotros es Él: “camino, verdad y vida”. Se nos dijo el siglo pasado: “El cristiano del futuro es místico o no será” (K. Rahner). Místico no es el que levita por encima del suelo. Al contrario tiene muy pegados los pies a la tierra, reconoce la situación que le rodea,… Nuestras catequesis deberán estar muy impregnadas de la fe del catequista que transmite la fe de la Iglesia que tiene puesta en “Jesús, el Señor”.
            2ª San Enrique da mucha importancia a la enseñanza del Catecismo. Y dice él que “aprovecha más un buen catequista que un gran predicador”. Nosotros, como catequistas, no mostramos nuestras ideas, ni tan siquiera ideas utópicas, ni teorías fantásticas,… sino que transmitimos la historia de la salvación, tal y como se nos ha contado y que contiene hasta los hechos de nuestros días. En el Catecismo encontramos la pauta que hemos seguir para iniciar en la vida cristiana.
            3ª Jesucristo es el modelo perfecto para cualquier cristiano y especialmente para el catequista. Él no vino al mundo para hacer grandes discursos, oratorias, sino para catequizar. Tuvo especialmente tacto con los destinatarios: a los discípulos les hablaba en privado (Mc 4, 33), a las gentes sencillas les hablaba con un lenguaje apropiado, en parábolas (Mt 13, 34), a los fariseos les decía que estaba por encima siempre el hombre (Mc 2, 27), a otros les ayudaba a reintegrarse en la sociedad en la que vivían como marginados (cf. Lc 17, 11-19), curaba y perdonaba los pecados (cf. Mt 9, 1-18), incluso ponía como ejemplo a los niños para entrar en el Reino de los Cielos (cf. Mt 18, 3), etc.,… catequizaba con el ejemplo.
            4ª San Enrique de Ossó hacía especial hincapié, también, en la vida de piedad. La vida de piedad me está hablando de conocer a Jesús, que es una persona, a la que tengo deseos de amar, servir y seguir. Ahí estará la orientación tuya, como catequista, para percibir que actividad es más conveniente y cual otra no.
            5ª Iniciar a los niños en la Misa Dominical. Cada domingo la Iglesia se reúne para celebrar la Eucaristía como lo estamos haciendo en este momento. No hay nada ni nadie que lo pueda convalidar. Esa comunidad, de la que tú y yo formamos parte, y junto a otras constituimos el cuerpo místico de Cristo que comulgamos. Esa comunidad es la Iglesia que nos acoge como Madre.

            La Escuela de Catequistas se dirige preferentemente a formar buenos y celosos catequistas. Nuestro tiempo precisa catequistas bien preparados en el ser, en el saber y en el saber hacer.

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