domingo, 4 de diciembre de 2016

MONTAR EL BELÉN

          Siguiendo una vieja tradición, que viene desde San Francisco de Asís, los cristianos tenemos la costumbre de montar el belén. Las familias cristianas, los padres junto a sus hijos, instalan el Belén en el hogar; un hogar dentro de otro hogar. Aquella Sagrada Familia, parecía no tener lugar donde habitar, sin embargo, Dios inspiró a las gentes de aquellas tierras para que el Hijo de Dios fuera acogido haciendo de la intemperie también lugar donde albergar.


Montar el Belén llena de ilusión a pequeños y grandes. Realmente parece que se sigue todo un ritual, que va acompañado de villancicos y también de algún picoteo de turrones, peladillas y mazapanes. Papás y niños ponen todo su cariño e ingenuidad. Aprovechando que se pone tal figurita o tal otra, los papás cuentan una vez más a los niños la narración sagrada de esta bonita Historia.

Es bonito llegar a casa y encontrarte con esta referencia, con esta familia que nos alumbra a Jesús el Señor. Realmente yo en casa siempre tengo puesto el belén, el Misterio, que me recuerda que Dios se me presenta como familia y en esa imagen tenemos todos los cristianos la referencia más genuina para la familia y para la comunidad eclesial.

  Me llena de orgullo y satisfacción escuchar villancicos por las calles, contemplar distintos Misterios en los escaparates; sentir las calles como ese hogar que desea acoger al Mesías, aunque no sepa muy bien ni dónde ni cómo ni cuándo.

  También vivo con ilusión cada año la instalación del Belén en una de mis parroquias, concretamente en Cigales, cada niño realiza una figurita con plastilina. Ahí se nota mucho la ayuda de los papás. ¡Qué bueno! Todo un Belén Bíblico Monumental, en el que intervienen muchas manos: niños, medianos y mayores. Y no digamos el Belén viviente de cada año por Navidad.

Continuemos nuestras tradiciones, conservémoslas, merecen la pena.

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