domingo, 15 de enero de 2017

POR UNA CATEQUESIS MÁS ECUMÉNICA

Los cristianos estamos llamados a la unidad (“para que todos sean uno, […]; para que el mundo crea que tú me has enviado”: Jn 17, 21) y por esto hemos de orar, con el fin que el Señor ilumine los pasos que todos los seguidores de Jesucristo hemos de dar para lograrlo.
            La Iglesia en su totalidad contiene una dimensión ecuménica que debe reflejarse en la expresión propia de su vida, especialmente en lo que se refiere tanto a la catequesis como a la predicación del Evangelio, tal y como nos recuerda el Concilio Ecuménico Vaticano II.
         El Directorio General para la Catequesis nos estimula a cuidar esta dimensión ecuménica de la catequesis y para ello nos invita a exponer con claridad la doctrina de la Iglesia católica, evitando expresiones o exposiciones que puedan inducir a error. Al mismo tiempo nos invita a profundizar en “un adecuado conocimiento de las otras confesiones, con las que tenemos bienes comunes como: la Palabra de Dios escrita, la vida de la gracia, la fe, la esperanza y la caridad, y otros dones interiores del Espíritu Santo” (Unitatis Redintegratio, 3b). La catequesis tendrá una dimensión ecuménica en la medida en que sepa suscitar y alimentar el “verdadero deseo de unidad”, hecho en orden a la unidad perfecta, cuando el Señor lo disponga y por las vías que Él quiera (cf. DGC 86b).
         Seguro que los cristianos que estamos sumidos en la catequesis estaremos de acuerdo con San Juan Pablo II: «En el centro de la catequesis encontramos esencialmente una Persona, la de Jesús de Nazaret, Unigénito del Padre... Catequizar es... descubrir en la Persona de Cristo el designio eterno de Dios... que se cumple en ella [en la Persona de Cristo]» (CT 10).
            No sería conveniente una catequesis que mantuviera palabras, juicios o actos en contra de la dignidad de los hermanos de otras iglesias, que no suscite el diálogo, o que no aprecie en su justa medida los erarios cristianos y la labor del Espíritu Santo que se encierra en las diferentes comunidades cristianas.

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