martes, 16 de mayo de 2017

PRIMERAS COMUNIONES, ¿NO ESTAREMOS EXAGERANDO?

            El mes de mayo tiene algunos aspectos muy característicos que se repiten cada año: mes de María, mes de las flores, Pascua, Primeras Comuniones, etc. Nuestras parroquias se llenan de luz y de color, muy propio del tiempo pascual; es un mes en el que van concluyendo las catequesis para dar paso al gran acontecimiento esperado durante dos o tres cursos: las Primeras Comuniones.
            Y me pregunto: “¿no estaremos exagerando con las Primeras Comuniones?”.
            Durante el tiempo en el que los niños están en la catequesis, los catequistas, también los padres, deberíamos aportarles información verdadera de lo que supone realmente recibir por Primera vez a Jesús el Señor en sus vidas. Y, también, a lo que les compromete. Claro, con palabras y gestos, que pueda entender un niño de 9 o 10 años.
            En las parroquias está claro que, a través del acto catequético y la Eucaristía Dominical se va construyendo un sujeto que sea muy consciente de a quién espera recibir en su corazón y por qué. Sin embargo, no estoy seguro si las familias lo tienen tan claro, al menos a los hechos me remito: montajes fotográficos, vestidos, flores, regalos, invitados, banquetes, grupos de WhatsApp de madres con distintos puntos de vista, etc. Todos estos aspectos se han de preparar con tiempo y coordinar con los miembros de la familia, además de interactuar con la celebración eucarística de la parroquia. Al final, sin intención de desanimar, simplemente analizando la realidad, fomentamos o transmitimos: nervios, presión, ostentación, ganas de que pase todo enseguida, etc. y en consecuencia una Primera Comunión que no lleva a una Segunda, una Tercera, etc. Vemos niños muy ilusionados, y, sin embargo, súper dependientes de una sociedad de consumo que parece que marca desgraciadamente el sentido final de este Gran Sacramento.

            ¿Por qué reorientar este Sacramento? Yo abogaría porque la celebración de ese día, tan anhelada por los niños, fuera más sencilla y verdadera; qué tuviera mucho que ver con lo que Jesús el Señor nos encomendó: “haced esto en memoria mía” (Lc 22, 19). Especialmente sería bueno que familia y parroquia se coordinaran para dirigir a los niños dóciles para recibir el “Pan de la Vida” (Jn 6).

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